Sismo de este sábado fue el segundo más intenso en los últimos 50 años.
¿Qué está pasando en la Antártica?, es la pregunta que muchos se hacen, luego del violento terremoto de magnitud 7, producido este fin de semana. Y es que el movimiento telúrico que obligó este sábado a evacuar las bases antárticas chilenas, en la isla Rey Jorge, no es aislado, sino parte de un proceso que se viene produciendo desde hace años.
El geofísico de la Universidad de Magallanes, Rodrigo Adaros, explicó que en el año pasado, una estación ubicada en la cercana base Carlina de la Argentina, registró un enjambre sísmico con más de 30 mil eventos telúricos, lo que fue confirmado por otras dos estaciones antárticas cercanas.
Y la explicación de aquello es la creación de una fosa submarina en el estrecho de Bransfield, un estrecho de más de 140 kilómetros que separa las islas Shetland, entre ellas la isla Rey Jorge donde se emplazan las bases antárticas chilenas, de la península antártica.
Adaros recordó que la base Carlina y otra estación italiana cuentan con posicionadores satelitales GPS y geodésicos, que permiten determinar si se mueve un punto, con precisión milimétrica. Cuando se produjo el enjambre sísmico, aquellos equipos mostraron antecedentes igualmente preocupantes. “En esos tres meses, hubo un aumento considerable de casi 15 milímetros al año, que fue lo que se separó las islas Shetland del Sur de la península Antártica. Por lo tanto, se empiezan a juntar varias investigaciones y empiezan a llegar a lo mismo. Hubo un aumento de la sismicidad y en forma paralela hubo un desplazamiento inusual en la separación entre las islas Shetland y la península Antártica”.
Mas estudios. El doctor Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional, agregó que “los registros actuales son consistentes con la existencia de una fosa, una corteza que se está abriendo y material que está saliendo desde el manto”. Más aún, indicó que “las mediciones por GPS muestran que, a partir de agosto, la tasa de separación cambia bruscamente de 8 milímetros al año, hasta llegar a los 15 a 20 centímetros por año. Eso muestra que algo ocurrió, y explica la actividad sísmica”, señala Barrientos.
Aunque muy elevadas, esas cifras todavía no son alarmantes por sí solas, explica Barrientos. Por ello, el próximo 5 de febrero, investigadores de la Universidad de Chile iniciarán una expedición en la Antártica para poder estudiar y monitorear esta inusual actividad sísmica.
“Hemos planificado con la Onemi, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA) y particularmente con el Programa de Riesgo Sísmico de la Universidad de Chile, la instalación de sensores de última generación para la medición de estos fenómenos telúricos”, declaró el doctor Marcelo Leppe Cartes, director del INACh.